El Lobo Aúlla de Nuevo
Gruñó como en los viejos tiempos, más de treinta años atrás, pero en otro tono, otro ritmo, y en otro bosque. La sonrisa perenne y la mirada complacida sobre el campo y la fauna, que espectaba palpitante.

Luego de andar otras tierras y morder otras carnes. Algunos esperaban el mismo antiguo gruñido y se inquietaban, otros disfrutaban este gruñido más cercano, más casero. A su lado, un viejo zorro que había pisado las mismas hojas, con quien había andado los mismos caminos y libado de la misma sangre.

El zorro, nunca ausente, sólo tenía gruñidos afables para con este antiguo compañero de campaña. Los dos con una larga lengua ardiente hipnotizando a esta fauna como lo hicieron con aquélla. Al otro lado, un perro de caza con largos kilómetros de recorrido, que había olfateado extensamente la enorme piedra blanca del norte.
